martes, 29 de noviembre de 2011


Pelé, El rey del fútbol. Brown, Mónica. HarperCollins.

Edson Arantes do Nascimento, conocido como Pelé, es el icono mundial del fútbol. Con el renacimiento del balompié en Estados Unidos, es oportuno ofrecer para los lectores más pequeños una breve biografía ilustrada que habla de la vida y la trayectoria de una de las figuras claves del deporte en el siglo XX, y que es aún relevante en el siglo XXI.

Cualquier aficionado al deporte, mayor de 45 años de edad, puede cerrar los ojos y recordar fácilmente a aquel brasileño piernicorto, compacto y genial, que transformó al fútbol en un periodo que fue de fines de los años 50 a mediados de los 70. Cada quien tiene su recuerdo favorito de Pelé, que puede ir de su espectacular participación en el Mundial 58 de Suecia, a su actuación cumbre en el Mundial México 70, al gol mil, y muchas otras anécdotas.

Pero para los niños del siglo XXI evocar a Pelé es casi imposible: es más fácil que se sientan familiarizados con David Beckham o Leonel Messi, que con el garoto de Tres Coracoes.

El libro introduce a los lectores más pequeños, de forma sencilla y amena, a la vida y al mundo de Pelé, quien de una infancia marcada por la pobreza, saltó al éxito mundial en cuestión de unos pocos años.

Las ilustraciones recuerdan al mundo de psicodelia de los años 60 y 70 que acompañó a la trayectoria del mejor futbolista que ha conocido el planeta. Con este libro los niños aprenderán algo nuevo sobre un mito viviente, y los padres de familia renovarán su amor por el fútbol leyéndolo a sus pequeños futbolistas.


OLVIDAR UN PENAL ERRADO

Julio 17 de 1994. Estamos en el estado de Pasadena en Estados Unidos, justamente en la final de la Copa Mundial de 1994. Los goles no habían llegado e italianos y brasileños definían la copa desde el punto penal. Dicen con mucha razón que los penales solo los pierden quienes tiene el coraje de patearlos. Yo agregaría que quien lo patea debe también tener el coraje para poder ver al balón elevarse e irse hasta las nubes, perderse en los haces luminosos del sol hasta incrustarse como una imagen en la historia.


Baggio decía no haber podido olvidar nunca ese penalti errado. Con el se fue la Copa Mundo. El brillante trofeo fue a parar a las manos de los jugadores brasileños, mientras que los italianos, debieron quedarse cegados por el oro de los rayos del sol, mientras devoraban la pelota de la derrota, del desconcierto, de la tristeza.  



TRIPLETA DE UN GOLEADOR Y FOTÓGRAFO 

Septiembre 29 de 2010. Es la primera ronda de la Champions League y el Inter de Milan, campeón de esa competición en el año 2009, juega en el Giuseppe Meazza ante el Werder Bremen alemán. El camerunés Samuel Eto´o había marcado dos goles en la primera media hora de juego, adelantando con facilidad al equipo neroazurro y arrancandole aplausos a las tribunas y flashes a las cámaras fotográficas. Entendiendo que esa noche la puntería para rematar al arco estaba garantizada, Eto´o decidió agarrar la cámara para, allí también, afinar la puntería.  

Antes de finalizar el primer tiempo llega el tercer gol del Inter, convertido por el holandés Wesley Sneijder. Eto´o, con la misma rapidez con la que deja desparramados a sus rivales, se hace con la cámara de algún fotógrafo italiano que no encuentra ningún inconveniente en que alguien más haga su trabajo. Como un viejo amigo de la cámara, Eto´o toma posiciones y apunta el lente, sin perder de vista ni por un segundo el arco, hacia sus compañeros.    


Eto´o dispara la cámara y parece que el resultado fuese lo que aveces es la historia de un goleador del calibre del camerunés. El primer intento parece cercano, y sin embargo el resultado no es del todo claro. La jugada se ensucia, el lente desenfoca y en la primera oportunidad no se concreta el gol, aunque ya parece insinuarse. 


Sin embargo un goleador persiste, no solo en busca del gol, sino tal vez de la perfección misma. Todo sucede con la rapidez de un instante en el area. Eto´o dispara nuevamente y ya todo parece un poco más claro, más definido, más enfocado. Sneijder, al igual que en el campo, parece imantado por la presencia del goleador y se dirige hacia él con la misma decisión que uno de sus pases.   


La foto enfocada se consuma justo antes del abrazo de gol. La divertida noche de Milán se cierra con un cuarto gol, firmado, dicen algunos asistentes al estadio, por un fotógrafo negro que ese día decidió ser protagonista dentro y fuera de la cancha.  

CELEBRAR UN GOL DESDE LOS OJOS DE ETO´O

Febrero 24 de 2008. El Barcelona aplastaba en el Campo Nou al Levante por un amplio 5-1. Samuel Eto´o, el incontenible delantero camerunés, no solamente marcaba tres goles aquella noche, sino que también demostraba que su genialidad desbordaba los límites del del fútbol y el terreno juego. Con este original y particular gesto, Eto´o regaló una pequeña muestra, de cómo se celebra un gol desde los ojos de un jugador. 


Eto´o había marcado el tercer gol de esa noche y el primero en su cuenta que se extendería esa noche hasta tres goles.   Luego de correr hacia la esquina, Eto´o toma la cámara de un fotógrafo. Inmediatamente el fotógrafo, acostumbrado a no celebrrar los goles, intenta darle algunas instrucciones técnicas a Eto´o, mientras el estadio más grande de Europa se funde en un solo grito de gol.   

Bojan y Giovani rien ante el gesto simpático e ingenioso del camerunés, cuyo dedo presiona el botón en repetidas ocasiones. El fotógrafo sigue preocupado por cuestiones técnicas y sus indicaciones continúan, a pesar de que es él el único que las oye.  Decide callar y simp,emente contempla la escena, no sin un una leve sensación de angustia por no estar él mismo retratando ese momento tan particular. 


La imagen lograda por Eto´o es fantástica. La sensación de que se está viviendo la celebración desde los mismos ojos de los involucrados es innegable. Bojan y Puyol aparecen muy cerca a la cámara y el efecto desenfocado le da a la imagen un halo de recuerdo, tal vez de sueño. Eto´o vuelve a la cancha y anota otros dos goles. El fotógrafo, por su parte, vuelve a su silla para tomar fotos y no logra nunca capturar una imagen  más sugestiva.